Una de las publicaciones de referencia en el mundo en el ámbito de la investigación en medicina, The New England Journal of Medicine, acaba de publicar un estudio sobre la transmisión del virus de la Covid-19 en equipamientos residenciales de personas mayores. Y ha confirmado lo que las residencias de aquí ya intuíamos por nuestra práctica diaria en nuestros centros: que el virus puede transmitirse muy rápidamente si sólo se tienen en cuenta los síntomas y se actúa en el momento que aparecen.
El estudio de The New England Journal of Medicine se refiere a una residencia de la tercera edad de los Estados Unidos, pero es extrapolable a los centros de nuestor país. A partir de la confirmación de un primer caso de Covid-19, los investigadores han analizado cómo se trasmitió la enfermedad durante los días y semanas posteriores en el interior de la residencia, tanto entre los usuarios como entre los trabajadores. Con la información de los tests que se realizaron, tanto a gente que no presentaba síntomas (asintomáticos), como los llamados presintomáticos o los que sí presentaban evidencias de la enfermedad, el estudio concluye que el abordaje de la situación no fue la más indicada por parte de la dirección de la residencia.
El problema radica, sobre todo, en la cantidad de gente que no presentaba síntomas pero que, test en mano, sí tenían presencia del virus en el organismo. Es decir, no estaban aún técnicamente enfermos en una observación médica rutinaria, pero sí tenían ya la capacidad de infectar a otras personas. Lo que los convierte, sin saberlo ellos ni el personal que los atiende, en transmisores de una enfermedad cuando todavía no son conscientes de tenerla. Transmisores a los demás usuarios, transmisores a los trabajadores, transmisores a los familiares que los visitan …
La necesidad de actuar antes de que se presenten síntomas
Desde nuestra óptica, esta ventana de días que pasan entre que se contrae el virus y que aparecen los primeros síntomas es el quid de la cuestión. Es precisamente esto lo que habíamos deducido desde la estricta observación a los usuarios de nuestras residencias y que ahora el estudio de The New England Journal of Medicine nos corrobora.
Por lo tanto, actuar sólo cuando hay síntomas es un abordaje incompleto. Hay que actuar antes, cuando hay alguna sospecha, con la realización de tests tempranos que nos proporcionen una información fiable de quién está contagiado y quién no. Y poder así cortar las cadenas de transmisión de la enfermedad con la adopción lo antes posible de las medidas más estrictas de prevención e higiene: confinamiento, uso de guantes y mascarillas, desinfecciones …
No llegar tarde, o demasiado tarde, es vital en casos como éste. Sobre todo cuando la enfermedad se comporta así, con unos primeros días en que pasa desapercibida. En el caso de las personas mayores, se añade además que muchos de los primeros síntomas leves se pueden confundir fácilmente con posibles afecciones que ya tienen los residentes (tos, dificultades respiratorias …). Esto todavía complica más la detección de evidencias de que algo está pasando, desde el punto de vista médico, lo que refuerza la necesidad en nuestra opinión de multiplicar la realización de tests cuanto antes en caso de sospecha, para poder aplicar de inmediato las medidas más adecuadas de prevención e higiene.